Cubanidad sin vicios.

La única manera en que se puede ser cubano ahora es siendo absolutamente nacionalista, raigalmente independentista, profundamente defensor de la cultura e identidad de este país, sobre todo de los símbolos sempiternos de la nación, que desde un inicio y persistentemente fueron construidos en antagonismo al anexionismo, el imperialismo y la sumisión.

No se puede ser cubano de ningún modo si se mira a la Patria desde el alma embadurnada de otras banderas y sentimientos, o de otros cánones y emblemas ajenos a nuestra Nación y no basta para ello –y por el contrario es detestable- adornar pensamientos y convicciones con pinceladas cubanas que no tienen otro objetivo que engañar y medrar.

Ser cubano significa defender a su país contra todos los poderes, miserias y guerras nacidas para sostener intereses extranjeros, e igual defenderlo de los falsos profetas nacionales, de los dueños de verdades históricas, quienes no miran más que a sus silenciosos adeptos.

La cubanidad sin vicios se expresa solo cuando la persona lleva a Cuba en sus sentimientos más profundos y tiene el valor suficiente, el mismo de los mambises aquel 20 de octubre de 1868, para luchar sin melindres y a cara descubierta por sus esencias, para redimirla contra quienes la usan y corrompen.

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