Derecho a ser hombres

En algunos lugares pareciera una mala palabra, o en desuso, por culpa de posturas hipócritas, del ultra feminismo ansioso por reafirmarse en su poder o por la estupidez natural de quienes mandan; pero debería ser orgullo de todas las personas de bien, que hoy se celebre el Día Internacional del Hombre, no para estigmatizar el machismo cavernícola, sino para hacer crecer la idea de que los hombres, aparte de ser el cincuenta por ciento de la vida humana, son vitales por la historia vivida para el desarrollo de la humanidad y, por ello, no hay lógica en disminuirlos o tratar de arrinconar su estirpe.

Todos los días veo escenas ridículas de falsa inclusión, cambios radicales de buenas y sempiternas costumbres, cuando no imposiciones de nuevos dogmas, fetiches y políticas que confunden justicia con arribismo, derechos con oportunismos, transformaciones sociales con destrucción de columnas vertebrales de cualquier sociedad o derechos modernos sustentados en códigos aprobados por mayoría pírrica con derechos humanos imprescindibles; y todos los días veo más frustración, odio, inequidad y barbarismo.

Deberían erigirse los mejores monumentos y darse los grandes aplausos hoy por los hombres, quienes en la actualidad cargan con más pesos, dilemas, prejuicios, dolores y exigencias que antes; cuando todo estaba claro y cada cual en su lado.

El hombre ha de andar hoy sin desmayo, sin complejos, sin ataduras, sin vergüenzas, sin dobleces, sin falsedad, sin claudicar, sin cortapisas e igual con el tiempo a cuesta, la mirada pronta, la mente abierta, el espíritu redentor, la empatía, la sinceridad, la solidaridad y la hidalguía moral; porque el hombre es piel, sangre, virtud, valor y andadura de la vida misma.

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